Hace años ya que asistí a una charla de creación de empresas, no recuerdo bien la fech,a pero bien podría ser el año 1999, y el profesor de organización industrial, gerente de una consultoría en Málaga, nos propuso a unos compañeros suyos de carrera que habían constituido una empresa constructora, como reclamo para que nos animáramos emprender nuestra aventura profesional. Recuerdo el mensaje claro y directo que lanzaron nada más llegar: ” No te fiés nunca de nadie que te proponga un negocio dónde tu pongas todo el dinero y la otraparte ponga el trabajo o la idea”.

Realmente, éxisten casos de éxito, que bien podrían servir para cuestionar esta afirmación, existen fórmulas de business angel o fórmulas de capital riesgo de diferente índole, publico o privada que en el pasado han seguido esa pauta.

En la actualidad, lo normal es que el benefeciario disponga de al menos un 25% del capital a solicitar. Esta regla es bajo mi punto de vista la que debe regir. No tengo los datos a la mano, pero si la experiencia y el know-how que nos da haber diseñado planes estratégicos de consultoría estratégica, para clientes que buscan esta receta de financiación. Los resultados que arrojan son irrefutables. Aquellos casos en los que la nueva empresa admeás de la financiación externa, pone encima de la mesa su propio dinero, la implicación es mayor, el rendimiento es más elevado, los resultados son óptimos, todo el equipo rema en el mismo sentido y con la misma frecuencia, no se generan diferencias de criterio a la hora de copaginar la vida profesional y laboral.

Como conclusión, y me viene a la cabeza esa expresión típica del póker “all-in” “si vas a comenzar un proyecto empresarial, a la hora de buscar socios capitalistas, no te fies de personas que no estén dispuestas a incluir su patrimonio por pequeño que sea”. ” Si tu no confías en tu negocio para apostar por él, no me pidas que lo haga yo”